

El carnaval tiene un protagonista central y excepcional: el «Hartza» o feroz oso que, rabioso y atado con una cadena, recorre las calles con su cuidador que a duras penas puede controlarlo.
El carnaval o «iñaute» de este pueblo dedica domingo y lunes a las cuestaciones que recorren los barrios e incluso los más diseminados caseríos. Van los jóvenes en diferentes cuadrillas con alguna cesta para recoger los donativos de huevos, chistorra, tocino, etc. Visten blusa negra, boina y pañuelo rojo al cuello y van acompañados de algún txistulari y tamborilero.
Llega por fin el martes, único día del año en que sale el «Hartza» y su comitiva de mozorros. Nadie conoce su identidad. Se disfrazan en el interior de una casa de la calle Txuputo y alrededor de las doce aparece la comitiva. Una fanfarre entona alegres pasacalles. Se les añaden las máscaras. Junto a ellos, ajenos entre sí y desfilando de forma casi paralela, el oso... Va bamboleante, atado a una cadena que su cuidador o «hartzazain» sujeta con dificultad ayudado de una estaca.
El «Hartza» es una enorme masa peluda compuesta por más de ocho grandes pieles de carnero que cubren su cabeza, cuerpo y extremidades por completo. A veces, cuando menos se espera, se revuelve contra su cuidador, arrancando la cadena y corriendo, como endiablado, en cualquier dirección, arremetiendo contra la gente sobre la que se abalanza soltando zarpazos y empujones. Ataca a cualquiera sin ningún miramiento y siembra el terror entre los niños. Se convierte en un verdadero oso salvaje. Impresiona cuando se te viene encima y más vale no cruzarse en su camino. Puede pasar cualquier cosa.
La comitiva entera va recorriendo el pueblo, haciendo alto en lugares estratégicos («los bares»). Al término del desfile, antes de la comida, o después de ésta, los integrantes del carnaval bailan en la plaza la mutildantza y la «sagar-dantza», lírico y cadencioso homenaje éste último a la sin par manzana del Baztán.
El oso es brutal, violento, pero Arizkun es un paraíso de sosiego. Las casas son grandes, limpias, majestuosas. El escudo del Baztán campea en cada fachada, hasta en las más humildes. Todo está tan bien dispuesto, tan lleno de gusto y personalidad que sabe a decorado, a escenografía casi artificial de puro auténtica.
Pero el carnaval en Arizkun comienza antes, el jueves, con el Orakunde infantil. Es el carnaval de los niños, el carnaval para el que siempre se ha dado, y se sigue dando, fiesta lectiva en la escuela. Los niños, en la cuestación que realizan por todas las casas del pueblo cantan una sencilla canción en euskera. La primera estrofa de dicha canción dice así: «Egun ttun-ttun, bihar ttun-ttun, etzi ere ttun-ttuna. Etxe huntan arnoa ba da, guk ez jakin zenbana. Zenbana den jakiteko, degun ttanttatto bana» (en traducción castellana, dice: «Día de fiesta -ttun-ttun, propiamente es la música del txistu-, mañana es fiesta, pasado mañana también es fiesta. Si en esta casa hay vino, no sabemos cuánto hay. Para saber cuánto hay, (queremos) un traguito».
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